Desde los 10 años, Angely Nahomy forma parte de los programas de Un Mundo. En aquel entonces era una niña tímida, reservada y silenciosa, que observaba más de lo que hablaba. Hoy, con 17 años, se ha convertido en una joven lideresa segura, valiente y decidida, capaz de alzar la voz por aquellas niñas y mujeres que aún no se atreven a hacerlo.
Creció en un hogar marcado por la violencia familiar, una realidad que muchas niñas viven en silencio. Pero los espacios formativos de Un Mundo transformaron su mirada sobre sí misma y sobre su entorno.
Aprendió que tiene derechos, que el amor propio es un escudo, y que romper el ciclo de violencia es posible. Con valentía, comenzó a conversar con su madre sobre sus derechos, animándola a no permitir más el maltrato.
También enfrentó a su padre, no con rencor, sino con el deseo de transformar su hogar en un espacio de respeto y amor. Esa semilla de cambio floreció. Hoy, en la casa de Nahomy se respira paz y alegría. Su padre es un hombre diferente, y su madre —inspirada por su hija— forma parte del equipo de Un Mundo como facilitadora educativa en su comunidad, liderando actividades que fortalecen la educación y el desarrollo integral de niñas y niños.
El liderazgo de Nahomy no se detuvo ahí. Fue una de las jóvenes propulsoras de la Política de Salvaguarda Escolar, una iniciativa que hoy protege y beneficia a más de 34,000 niñas y niños en el municipio de La Ceiba, garantizando entornos escolares seguros y libres de violencia. Su historia es un testimonio vivo del poder del empoderamiento femenino, de cómo una niña que creció entre el miedo y el silencio puede convertirse en una guía y un faro de esperanza para otras.
En su comunidad y en todo el valle del Río Cangrejal, Angely Nahomy es hoy una referente de liderazgo, resiliencia y transformación. “No hay edad para cambiar el mundo”, dice Nahomy con una sonrisa. “Solo se necesita creer en uno mismo, y tener el valor de empezar por casa.”
